MI CABEZA VA A EXPLOTAR
Un miércoles, en un aula soleada, por la mañana.
Hay en la clase un número de alumnos inferior al habitual. A la altura de uno de los ventanales se sienta una de esas alumnas con buen rendimiento. Suele prestar la atención debida teniendo en cuenta su edad y los estímulos externos, que no son pocos y sobre todo, tiene ganas de aprender. Pongamos que se llama Paula. También hay un profesor de esos que, como diría mi colega Vicente - ya acumula varios trienios a sus espaldas.
Al profesor, un profesor cualquiera, le llamaremos profesor.
Paula, como muchas de sus compañeras, se inquieta cuando algo que se explica en clase no le entra a la primera. Además, su profesor parece que, a veces, se toma muy al pie de la letra aquello del aprendizaje significativo de David Ausubel, un tipo de aprendizaje en el que un estudiante va asociando la información nueva que recibe con aquella que ya poseía con anterioridad, lo que le debería permitir ir reajustando y reconstruyendo ambas informaciones con el fin de encontrar soluciones a los problemas o retos nuevos que se vayan presentando. Para entendernos, digamos que este profe le da a Paula una serie de herramientas que Paula ya ha utilizado con anterioridad para resolver problemas y le reta a que, con estas mismas herramientas, pero utilizadas de una forma ligeramente distinta, resuelva un problema parecido al anterior.
Paula, sin embargo, hoy no consigue entender la tarea que ha colgado el profesor en el condenado Classroom y se acerca a su mesa con un justificado rebote para expresarle su descontento con la situación:
- ¡Me va a explotar la cabeza! No lo entiendo. ¿Por qué no explicas cómo se resuelve?
El profesor, ante la avalancha de cruda sinceridad de su buena alumna se siente algo herido en su orgullo profesional (no olvidemos que este profesor considera que la elección de este método de Ausubel, para este caso en concreto, es digna de elogio) y piensa para sus adentros -¿Cómo es posible que Paula no entienda esto si lo hizo anteriormente? Si sólo le estoy pidiendo una pequeña variación.
Hay en la clase un número de alumnos inferior al habitual. A la altura de uno de los ventanales se sienta una de esas alumnas con buen rendimiento. Suele prestar la atención debida teniendo en cuenta su edad y los estímulos externos, que no son pocos y sobre todo, tiene ganas de aprender. Pongamos que se llama Paula. También hay un profesor de esos que, como diría mi colega Vicente - ya acumula varios trienios a sus espaldas.
Al profesor, un profesor cualquiera, le llamaremos profesor.
Paula, como muchas de sus compañeras, se inquieta cuando algo que se explica en clase no le entra a la primera. Además, su profesor parece que, a veces, se toma muy al pie de la letra aquello del aprendizaje significativo de David Ausubel, un tipo de aprendizaje en el que un estudiante va asociando la información nueva que recibe con aquella que ya poseía con anterioridad, lo que le debería permitir ir reajustando y reconstruyendo ambas informaciones con el fin de encontrar soluciones a los problemas o retos nuevos que se vayan presentando. Para entendernos, digamos que este profe le da a Paula una serie de herramientas que Paula ya ha utilizado con anterioridad para resolver problemas y le reta a que, con estas mismas herramientas, pero utilizadas de una forma ligeramente distinta, resuelva un problema parecido al anterior.
Paula, sin embargo, hoy no consigue entender la tarea que ha colgado el profesor en el condenado Classroom y se acerca a su mesa con un justificado rebote para expresarle su descontento con la situación:
- ¡Me va a explotar la cabeza! No lo entiendo. ¿Por qué no explicas cómo se resuelve?
El profesor, ante la avalancha de cruda sinceridad de su buena alumna se siente algo herido en su orgullo profesional (no olvidemos que este profesor considera que la elección de este método de Ausubel, para este caso en concreto, es digna de elogio) y piensa para sus adentros -¿Cómo es posible que Paula no entienda esto si lo hizo anteriormente? Si sólo le estoy pidiendo una pequeña variación.
Para más inri, el profe se ha dado cuenta, por las elocuentes expresiones faciales de parte de la clase, que parece ser que hay más estudiantes que comparten la opinión de Paula, lo cual recrudece la situación y empieza a poner al profesor en una posición complicada frente a su, ahora ya, expectante audiencia.
En ese momento, el profesor se da cuenta de que seguramente ha cometido un error, pero lo primero es tranquilizar a la alumna, a la que le explica con calma qué es lo que se pide en el ejercicio y de qué manera empezarlo. En un período breve de tiempo, todo queda aclarado, pero al momento, varios humanos más se acercan a la mesa de este profesor con la esperanza de recibir un trato parecido al de Paula. Todos acaban satisfechos en mayor o menor medida. Entonces, ¿todo bien ya?
No, amigo, me temo que no. Pero ha sonado el timbre. Esperaremos a mañana.
Al día siguiente, todo empieza como siempre en la E.P. Xavier. La clase está más contenta que el día anterior, se nota que es jueves y se acerca el fin de semana. Esta vez, frente a los mismos alumnos, el método escogido es distinto. La explicación del ejercicio propuesto es más contundente y exhaustiva y además, el profesor la acompaña con algunos ejemplos. La gran mayoría (todos sería posible pero tan raro como suricato albino) están atentos. Los alumnos, a un ritmo desacompasado, van haciendo la tarea y la práctica totalidad la termina en el tiempo previsto. Al profesor, sobre la bocina y milagrosamente, le da tiempo a revisar el trabajo y comprobar que todos han hecho las cosas como se pedía y en principio, el cien por cien lo han entendido. - Hoy la clase ha sido un éxito- es su reflexión final.
Entonces, ¿se sentirá ahora satisfecho el profesor?
Pues el caso es que no del todo.
En Formación Profesional, este profesor sigue considerando el primer método como muy eficaz en el aprendizaje del alumnado, dado que los estudiantes se están preparando para trabajar en empresas cuyo día a día puede desarrollarse entre un inacabable abanico de problemas distintos que requieren soluciones distintas.
Estos alumnos, también necesitarán, en mayor o menor grado, creatividad y muy posiblemente, una dosis de la vacuna que previene contra la frustración que puede provocar la sensación de no saber por dónde tirar o de parecer estar en un callejón sin salida. Estos mismos estudiantes, siempre en opinión de ese humilde profesor, deberán aplicar, sin ser conscientes de ello en muchas ocasiones, las teorías de Ausubel, solo que entonces, ellos serán sus propios docentes.
Bajo esa convicción, no obstante, y teniendo en cuenta los buenos resultados de aprendizaje del segundo método, Ricardo Fournier de Montblanc (si le damos un nombre, démosle uno con estilo), tendrá que tomar una decisión:
A- Aplicar el método uno e inspirar a un porcentaje incierto que terminará el ciclo con la sensación de haber aprendido a aprender. Los daños colaterales podrían ser aquellos que, aún habiendo superado los contenidos, no encontraron la forma de adaptarse a ese método.
B- Aplicar el método dos y afianzar los conocimientos de un porcentaje mayor que el anterior y el uso de herramientas para resolver un tipo específico de problemas y después, confiar en que la experiencia laboral haga el resto.
C- Adaptar los métodos a las características y necesidades de sus alumnos sin ceñirse a ninguno de ellos con religiosa observación. Bucear entre lo emocionante de Ausubel y la seguridad de un método que aporte mayor tranquilidad a los estudiantes.
Supongo que, desde el punto de vista del docente, podemos hacernos una idea de cuál va a ser la decisión de Ricardo, o puede no, quien sabe. Pero lo que quizás deberíamos preguntarnos todos es qué opción escogerían Paula y sus compañeras de clase si como docentes, no queremos correr el peligro de ahogarnos en la travesía, obcecados en la escrupulosa puesta en práctica de los diferentes métodos de aprendizaje.
Con un poco de suerte, quizá estudiantes y docentes podamos coincidir, espero que en breve.
Gracias por contar la experiencia, Ricardo. Sin embargo, sigo sin saber qué opción emplear... ;)
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