The remains of the day

    
Dentro de la rutina doméstica y laboral durante los más de dos meses de paso por esta realidad distópica que nos ha engullido de repente, algunos días, cuando empieza a a caer la tarde, encuentro momentos de verdadera paz que aprovecho para devorar Universo , el fantástico cómic de Albert Monteys o continuar con la apasionante lectura de Homo Deus . Ayer, sin embargo, dediqué esos momentos a explorar el disco duro un ordenador maltrecho que conserva las evidencias de gran parte de mi carrera en la formación profesional, que desde el principio, estuvo ligada a la Escuela Profesional Xavier.
    Entre el maremagnum de carpetas que contenían documentos, presentaciones de F.O.L: de logística, exámenes, ejercicios, anexos de las F. C. T.  y un sinfín de actividades y apuntes varios, encontré una bautizada como: "fotos y videos". En cuanto la abrí, reconocí a casi todos los que allí salían, no así sus nombres, que a veces me vienen de repente, sin pensar en ellos, y otras veces, las más, tengo que rumiar durante minutos para dar con ellos.
    En esa carpeta están las fotos de las celebraciones del día de Xavier, del coro de la Escuela (dirigido por un apuesto profesor sin apenas canas), se ven las caras sonrientes de los alumnos en mitad de una actividad en el taller de enfermería y ataviados con  batas blancas que les dan un innegable aire de profesionalidad. Visitas a fábricas y almacenes, jóvenes pendientes de las indicaciones de un médico y exposiciones y presentaciones de alumnos en un salón de actos aún sin reformar. Salen también mis compañeros de trabajo en lo que parece una comunión perfecta con las chicas y chicos que trabajan en sus aulas, porque las fotos son así, capturan el momento.
    Mientras voy avanzando sobre las fotos o los vídeos, me vienen a la cabeza situaciones de las que viví con Raúl, o con Elena o con Judit, o con ¿Mario?, no , espera, Mario no, ¡Marcos! Aún sigo riéndome cuando me acuerdo de un alumno de Comercio Internacional de segundo curso que me comentó que el virus del Ébola no entraba en Estados Unidos por miedo a que le disparasen, o de Eva, cuyas recomendaciones de música me llevaron a descubrir grupos interesantísimos. O del gran Pablo, un mañana tormentosa, en la que al verle distraído le pregunté a traición y me contestó:
    - Lo siento Josep, no te estaba escuchando. Intentaba imaginar como sería una tortuga fuera de su caparazón.
    Repasando esa carpeta, tuve momentos de felicidad, de nostalgia también y de tristeza al reconocer el rostro de aquellos que ya no están con nosotros. Pero sobre todo, me invadió una enorme satisfacción al pensar que estoy dedicando mi vida a hacer algo que me aporta tan buenos buenos momentos y me permite conocer y aprender  cosas nuevas y apasionantes de muchos de los que que me rodean, alumnos y profesores. Tengo la gran suerte de ser admirador de gente cercana, de los que trabajan conmigo día a día y me hacen reír o me escuchan cuando lo necesito.
    Con las sonrisas, las muecas y las poses de todos ellos y de los que vengan el próximo curso, seguiré llenando mi carpeta "fotos y videos".

Josep Esteve.
Profesor de Comercio Internacional y Gestión Adminitrstiva






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